jueves, 19 de febrero de 2009

Día 3: Noche de gala a la deriva

“No podés no llevar un vestido de fiesta. En estos barcos siempre hay una noche de gala”, me recomendó una de mis amigas. A lo que yo respondí: “¿Un qué? ¡Ni en pedo! No llevo un vestido de fiesta ni loca”.
Y así fue que el tercer día arriba del crucero me sorprendió con una noche de gala. Afortunado el momento en el que mi mamá manoteó el vestido largo; negro y lo puso adentro de mi valija. Los habitúes de cruceros aseguran que sacarse una foto con el capitán con look inapropiado puede ser considerado una ofensa.

Hoy es domingo 14 de diciembre de 2008 y son las 21:30 hs. Mientras mi familia come pizza, mi novio mira alguna película alquilada y saborea los restos del asado del mediodía. Mis compañeros de la revista se preparan para un lunes de cierre agotador y yo voy camino al Puente 6, más específicamente al teatro La Fenice, el lugar donde se hará el cocktail de bienvenida junto al Capitán del barco.

Esta noche me siento toda una celebritie. Estoy arriba de un mega barco, de largo, con una copa de champagne en mi mano, esperando para sacarme una foto con “Il Capitano”.
El teatro está repleto de gente. Los tragos, de distintas formas y colores, desfilan por delante de mis ojos. Yo, acepto gustosa todos y cada uno de ellos. Tal es así que, no sé si es el crucero que se mueve de nuevo o el alcohol ya hizo efecto en mi cuerpo y las consecuencias pueden llegar a ser vergonzosas.

La luz se apaga y una música de trompetas empieza a sonar. La enorme puerta dorada del teatro se abre y del otro lado aparece un hombre panzón, de pelo blanco y bigotes al mejor estilo Dalí. Saluda con su mano y manotea una de las copas de Amaretto que gentilmente pasea uno de los mozos.
“Señoras y señores con ustedes el Capitán del MSC Armonía, Antonio Siveiro”, anuncia una voz con gran énfasis. Demasiado, para mi gusto.

Los gritos y aplausos no tardan en llegar y el Teatro se colma, también, de chiflidos. Cientos de flashes disparan por segundo y la fila para sacarse una foto con El Capitán se vuelve interminable.
Por mi parte, en lo que va de la noche, ya probé un Martín Dry, degusté un Cosmopolitan y me sumergí, como quien no quiere la cosa, en decenas de copas de champagne.

Mientras espero mi turno, que demás está decir lo hago por una cuestión de “formalidad y respeto” hacia mi compatriota Il Capitano, miro al escenario donde, curiosamente, están distribuidos todos los marineros del MSC Armonía.
El barco empieza a moverse y varios de los pasajeros que están dentro de La Fenice amagan con caerse arriba de las butacas de cuero negro. Miro y cuento: si la memoria no me falla y el alcohol que vengo tomando en estos días no quemó mis neuronas, en el escenario están todos y cada uno de los marineros, capitanes e ingenieros o como quieran que se llamen estos tipos.

Después de esperar unos cuantos minutos llega mi turno. El barco se mueve otra vez y ahí es cuando me doy cuenta de lo que realmente está pasando a bordo. Antonio me toma de la cintura y me dice: “Ridi ragazza, ridi” y mientras El Capitán posa para la foto, lo miro y pienso: “Si El Capitán está acá... sacándose una foto conmigo y los marineros bailan arriba del escenario, entonces ¿Quién timonea el barco?”.

Trago saliva, miro el lente y, finalmente, sonrío.

2 comentarios:

  1. gracias por adjudicarme el ciclo alimenticio de un perro sarnoso!!!!
    jaja muy bueno gorda!

    ResponderEliminar
  2. Jaaaaaaaaaaa...es que los domingos solemos comer los restos del asado, o no???? Para mí es un buen momento.

    Muac muac. Zeeeeeeeeee.

    ResponderEliminar