sábado, 28 de marzo de 2009

Mil y un modos


Y mientras camino por los pasillos del crucero, masco un chicle sabor sandia que me compré en la ultima parada, saludo gente que, hoy, después de casi cuatro días de embarcada son mis “amigotes/as” y pienso las mil y un formas de detener el tiempo, quedarme acá, en este mismo camarote, con esa misma cama, y ese mismo balcón que, para colmo de males, tiene una magnifica vista al mar.
Activar la alarma de incendio o rogar que se rompa el estabilizador. No. Terminar hundidos no es una buena idea. Creo que lo mejor es convencer a algunos de los marineros, que todas las noches desfilan su traje súper blanco inmaculado por las pistas del boliche, y explicarle que tengo la imperiosa necesidad de no volver a Buenos Aires. Que acá estamos TODOS mucho mejor: vos, él, ellas y yo.
¿Porqué no prometerle la tapa de Cruceros & destinos? Al mejor estilo Vogue de punta en blanco, parado quizás en la proa o la popa (en realidad no sé cual es cual) con un brazo en la cintura y el otro colgando, con mucho estilo, mirando al sudeste con una luz de atardecer fulminante detrás suyo y tomada desde abajo como dándole un aire de superioridad…
¡Ya lo tengo! Esta noche, Operación Persuasión. No me voy del boliche sin conseguir retrasar este viaje aunque sea unos días.

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